MARTINA.






LA COPA DE BARRO




Erase una vez, dos vendedores que iban de pueblo en pueblo con sus grandes carros vendían todo clase de objetos.
Uno de ellos, era muy mezquino y se llamaba Juan, el otro Santiago el más bondadoso.
Un día los dos vendedores decidieron ir juntos al mismo pueblo, a vender sus artículos.
Saliendo de buena mañana, cada uno de sus casas, Santiago le dijo… 
-          Buenos días Juan.  Juan le respondió,  -  ¿ ha dónde vas ?, le pregunto.
Santiago le respondió, voy al pueblo a vender mis objetos. El muy astuto de Juan, le dijo sin pelos en la lengua.  – Vaya !! pero si yo también voy al pueblo a vender mis cosas y no permitiré que arruines mi trabajo.
Santiago le respondió con claridad, ¿ por qué no hablamos detenidamente para llegar aun acuerdo, que nos puede beneficiar a los dos ?.
Juan, le respondió.  – Vale, vale, de acuerdo, aunque todavía no me quedo muy conforme con tu idea, pero así, aun te escuchare y aremos lo que tu digas.
Santiago, le explico. Mira, mientras yo vendo mis objetos en el pueblo de arriba, tu puedes vender en el pueblo de abajo, ya que en los dos pueblos están muy concurridos de familias y nunca tiene nada para ir a disfrutar de las ferias. Así no competiremos, el uno con el otro.
Los dos vendedores quedaron conformes y emprendieron el viaje a pie con caminos distintos.
Juan, caminando y caminando, se detuvo delante de una casa de piedra que daba hacia la carretera  y llamo a la puerta.
-          Tras, tras… !!. La puerta se abrió, salió una mujer, llamada Matilde, con su hija Martina.
Juan, con las ideas de malvado, al ver una niña de corta edad, rápidamente sacó una bolsa con un montón de pulseras de plástico que brillaban bajo la luz del sol.
El vendedor astuto, le dijo a Matilde…  ¿ le gustan estas pulseras, señora Dama o sino, también le sirven, para su hermosa y bella hija ?.
Martina, dijo…  - mamá, mamá,  ¿ me puedo quedar con la pulsera de color verde ?. Su madre le respondió, hija lo siento, no puedo comprártela, sabes que nuestras ganancias, sólo son para poder comer cada día, sino pasaremos mucha hambre.
-          Lo siento, señor, le dijo al vendedor, somos muy pobres y no podemos comprar estas cosas de tanto lujo.
Mientras a Martina se le ocurrió decir, ¿ tal vez se puede solucionar, haciendo un trueque ?, pregunto la niña. Martina se fue corriendo hacia casa y volvió con una copa sucia.  Juan, cogió la copa y la estuvo observando durante un rato, le pesaba entre las manos, y empezó a rascar con la uña la capa incrustada de sucia y de barro, de pronto se pudo ver un brillo que lo llevaba por los extremos. ¡ Era de oro… ! pero el malvado  vendedor, le devolvió muy codiciosamente a la niña, y le dijo.
-          Esta copa no vale para nada, nadie te la comprará. – Me temo que te quedas sin la pulsera de color verde, mala suerte, niña.
Martina, toda decepcionada al escuchar aquellas palabras tan discriminatorias del  vendedor, la niña, suspiro y se refugio en la cintura de su padre con sus brazos.
Mientras tanto , Juan se marcho todo contento, con la idea de volver  a la noche, para decirles que había cambiado de idea, por que el muy codicioso ya pensaba que seria rico y en que iba a gastar el dinero, en cuanto vendiera la copa de oro. Se iba riendo entre los dientes con toda sus mentiras.
Mientras tanto, Santiago ya había terminado de vender sus objetos en el pueblo de arriba.
José, llamo a la casa de la señora Matilde y de la joven Martina.  – Tras, tras… !!. Buenos días, buena señora y dulce niña.
La señora Matilde, le dijo, lo siento señor, somos pobres y no podemos comprarle nada de lo que nos ofrece, gracias. Martina, le dijo a su madre. – Mamá,  a lo mejor el señor quiere cambiar la copa por algo, y la niña fue corriendo en busaca de la copa. Mientras la madre le susurro al señor en el oído. La copa de mi hija… no vale nada…, hoy nos lo han dicho. Le suplico que se marche, antes de que mi hija vuelva, con la copa, pero Santiago quiso esperar para hacerle un regalo. La niña, al volver le ofreció al vendedor la famosa copa y Santiago que era un hombre de paz, honrado y bondadoso,  la cogió y vio la parte rascada que había quedado al descubierto.
Santiago, enseguida dijo… ¡ Virgen Santa ! ¡ eres una niña con suerte ! - esta copa es de oro.
-          Esto vale mucho más que todo lo que llevo en mi carroza.
Santiago, le dijo a la madre e hija, que les cambiaba la copa, por todo los objetos y el dinero que había ganado durante la mañana.
Madre e hija se miraron sorprendidas y se estrecharon en un abrazo de emoción y alegría, al escuchar la noticia de aquel buen hombre e hicieron el trato. Santiago les entrego su carroza con todo dentro y el dinero que había ganado aquel día. Martina toda feliz se empezó a colocar todas las pulseras por los dos brazos, sin acabar de creerse lo que le estaba pasando, le parecía como un  sueño maravilloso de aquellos, en los que a veces la niña soñaba ser lo que ella quería. Ser cantante para su pueblo, mientras su madre fue a comprar comida y unos dulces para celebrarlo con una deliciosa cena.
De pronto apareció Juan el astuto y llamó a la puerta.
Matilde, salió para ver quien era a esas horas de la noche. El vendedor le dijo, buenas noches buena señora, vengo para decirle que soy tan buena persona, que he cambiado de idea, he pensado en su hija, para darle la pulsera de color verde, a cambio de su vieja copa.
Martina, se asomo a la puerta, toda contenta, y le respondió,  al astuto vendedor.  Ya es demasiado tarde, la copa la vendí  a un agradable vendedor, por que era de oro y ahora ya tenemos dinero para comer.
Juan, todo furioso, ya no era por engañar a la niña, sino por la copa de oro. Estaba muy molesto, alterado por perder la copa. Empezó a gritar como un loco de la rabia y se fue corriendo a oscuras por un sendero,  - ¡¡ la copa es mía , la copa es mía, la copa es miaaaaaa !!  pero Santiago ya no estaba allí, hacia rato que se había marchado muy lejos. Había vendido la copa y repartió el dinero a su familia y a la gente del pueblo..                


               

Comentarios

  1. Buen cuento, "La avaricia rompe el saco"... Ojala esto mismo fuera en la vida real, donde los espabilados, los tramposos, y los mentirosos son los que sacan pingues provechos....
    Pero hay que tener fe....Un saludo.

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  2. Que razón tienes... Llorenç. Pues, sí, Ojalá esto existiera en la vida real, sí señor.

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  3. Felicitarte por iniciar un blog. Seguro que escribirás muchas cosas interesantes como esta historia.
    Besos.
    Beatriz

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  4. Muchas gracias, Beatriz. por tu felicitación, se agradece un montón.
    Eso espero.El poder seguir escribiendo otro cuento o historia, para la semana que viene. De momento tengo otro en mente.
    Besos

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