FARMACIA DE GUARDIA. EL CUENTO DE LARA.
LARA Y SU AMIGA MARIQUITA.
Había una vez, en un silencioso y tranquilo
bosque donde no era nada habitual que frecuentará personas paseando por aquel
lugar tan hermoso de contemplar. Vivian unos pocos animales y una simpática y
solitaria Mariquita. Por el día pasaba la mayor parte del tiempo de flor en
flor y cuando veía otra especie de insecto de su mismo tamaño, se marchaba.
Sacaba sus alas y huía del lugar, para posarse en otro. Era desconfiada con
aquello que le extrañaba y no conocía de nada. Por las tardes cuando empezaba a
oscurecer, la Mariquita se retiraba ha descansar. Se protegía dentro de un
pequeño agujero que había en un castaño del bosque y ahí dormía y pasaba la
noche. Un día por la mañana al despertar hacía mucha calor en pleno mes de
enero, no era muy normal aquella temperatura, pero en el bosque había amanecido
con un clima bastante caluroso.
La Mariquita salió de su agujero en busca de
afides para sobrevivir. Mientras permanecía distraída. Ha pareció una niña
llamada Lara paseando por un camino cercano al bosque. Mientras la pequeña
saltaba y corría detrás de una mariposa, vio en una hoja verde y grande algo
que la dejo asombrada al ver un colorido rojo y negro tan deslumbrante que a
Lara le llamo mucho la atención. La niña se detuvo olvidándose de la mariposa a
la que estaba siguiendo. La Mariquita sintió la presencia de un ser humano.
Lara la toco con el dedo y el insecto se movió, pero solo un poco, un poco, muy
poco… La cogió sus los dedos y con toda delicadeza la puso sobre su mano.
– Hola, soy Lara, me llamo Lara y tengo tres
años. - ¿ y tú cómo te llamas…?.
- ¿ y qué es Lara y tres años ?, pregunto la
Mariquita.
– Lara, le respondió. Lara es mi nombre, así
es como yo me llamo. Me lo pusieron mi familia y tres son los años que tengo.
Cuando quieras decirme algo, solo tienes que decirme, Lara y así te responderé.
Cuando cumplimos años, es muy divertido. Vienen a casa mucha gente y comemos
pasteles con velas para soplar en los días de cumpleaños, cantamos y abrimos
regalos.
– Mariquita, le dijo… Pues yo no tengo nombre,
ni familia, ni velas, ni soplo, ni como pásteles, ni abro regalos, ni tengo
años, ni cumpleaños, lo que tu tienes, yo no lo tengo. Yo vivo en el bosque,
como afides cuando siento debilidad y no puedo volar y no me gusta el frio.
- ¿ Sabes volar ?, le preguntó Lara.
- La Mariquita le respondió, sí, un poco, pero
solo un poco…y saltó pero solo un poco. Mira…
- Lara, enseguida pensó que encontró una buena amiga, distinta y
especial al resto de otros seres. La niña le pidió a sus padres de quedarse con
la Mariquita y la metió en un pequeña caja de cartón. Se la quedaron a vivir
con ella. Lara aprendió que su nombre común era, Mariquita. Un insecto más a
otros muchos de la fauna terrestre. Lara le puso un nombre propio, Coloradita,
así la llamaría. Coloradita.
La Mariquita toda preocupada e inquieta, le
dijo a la niña. – Sácame de aquí, te lo ruego ¿ qué lugar es este ? - déjame que
me vaya al bosque, - tengo que volver a mi árbol, Lara te lo suplico. – La niña le dijo, quiero ser tu amiga y
llevarte conmigo a mi casa. Mis padres te buscaran tu comida y yo te haré una
pequeña cama especial para ti, entre mis muñecos. Lara cuando llego a casa con sus padres Sol y
David, prepararon la cena y después la niña se ocupo de Coloradita. Con unos
trocitos de trapo de hilo blanco le hizo su lugar entre los peluches de algodón
y saco a Coloradita de la caja de cartón. La Mariquita al verse liberada empezó
a volar y se quedo quieta encima del radiador del cuarto de Lara. Mientras la
niña le siguió el vuelo, se acerco al radiador y le pregunto la pequeña. – Hola,
¿ te gusta el lugar donde yo vivo ?. Lo que Coloradita le respondió con voz
asustada, - sí, aquí mismo me voy a quedar dormida, hace calor y eso me va bien.
Lara quería cogerla para ponerla junto a sus peluches, la cogió con los dedos y
la dejo encima del trapito. La Mariquita se quedo quieta y cuando la niña se
metió en la cama, Coloradita volvió a posarse en el radiador. Sol mientras
tanto cogió un cuento, para leérselo y vio el salto que había dado la
Mariquita.
Mónic@ Pin Álv@rez. 19/1/2016
Las mariquitas siempre me inspiraron simpatía. En inglés ladybird. Cuando encontrábamos una, le pedíamos un deseo y la dejábamos volar. Pero no acaba ahí el cuento, no?
ResponderEliminarHola Bea.
ResponderEliminarQue bueno lo que cuentas. La verdad, yo no sabia nada sobre los deseos de las mariquitas. Seguro que debió ser divertido. Me haces reir...jajaja, por que no tengo ni idea si acaba ahí el cuento, jajaja...
Un abrazo
Y el cuento sigue en San Valentín...
ResponderEliminarHola Sol. Bienvenida. Me alegro mucho que te hayas hecho un bloc.
ResponderEliminarLa verdad que hasta hoy ni te he visto. El cuento podría haber seguido en Sant Valentin, pero ahora vendrá la pascua y esos chocolates...
Un abrazo
Es precioso este cuento Mónica,está lleno de magia y delicadeza. Me produzco una grata sonrisa el nombre de Coloradita. Me encantaría seguir leyendo nuevos cuentos Mónica!!! Un besito linda!!!
ResponderEliminarHola Mónica.. Una historia muy interesante la de Laura y Coloradita.. Aveces los humanos queremos ser tan protectores, queremos tanto a los animales, que nuestro amor y sobreproteccion, los saca de su hábitat natural, para nuestro propio placer, no el de ellos.. Es un buen cuento para reflexionar que hacemos con algunas mascotas que queremos mucho, pero quizás las esclavizamos..
ResponderEliminarUn abrazo...
Hola Carmina. Me alegro mucho que te hayas dado un paseo por mi bloc. La verdad como ya te explique este cuento me lo invente inspirándome en la hija pequeña de mi prima Sol. Así que como ves la protagonista es real, solo utilice la imaginación para el cuento, pero el personaje en la vida real se llama Lara igualmente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Llorenç.
ResponderEliminarMe alegro que te haya resultado interesante. Sólo me inspire en la hija pequeña de mi prima Sol, que se llama Lara en la vida real. Así que la protagonista esta en nuestro mundo real, lo único que esta imaginado es el cuento con la Coloradita.
Un abrazo...