FARMACIA DE GUARDIA.

VIDA RURAL.

FOTOGRAFÍA DEL AÑO 1968.

En  los años 60 todavía se vivía bien en las aldeas. Habían vecinos con los que poder hablar y pasar el rato. Unos corrieron mucho por marcharse de sus hogares para las grandes ciudades, pero hoy día no creo que nadie lo hiciera. Yo no lo haría. Des de luego, por que las ciudades están explotadas y las tierras rurales no lo están.

En las aldeas los hijos ayudaban a sus padres en el trabajo del campo se vivía sanamente. Comían sano, de la cosecha propia.

Mi padre siendo un niño y no tan niño, araba con sus hermanos y mi abuelo, en amplias praderas y tirando de las vacas de grandes cuernos, un animal de la ganadería muy parecidas a las mulas.

Mientras por la radio la gente escuchaba como iba la vida por el resto de España, de lo que pasaba y de lo que no pasaba, en los pequeños pueblos las familias trabajaban duro. De sol a sol, pero sabían bien que comían alimentos sanos y el trabajo de campesino lo quemaban todo en poco tiempo. Por eso no tenían colesterol, diabetes o problemas de hipertensión. El agua que bebían bajaba de las montañas hasta los grifos de las casas.

Los dulces no eran adulterados, sino hechos con productos propios y muy directos. La leche de las vacas del prado, los huevos de sus gallinas de corral, el jamón de los cerdos, el queso fresco de las ovejas y cabras.

El pan trabajado por ellos mismos. Era sembrado, segando, desgranado y molido.

Las verduras y hortalizas, también las sembraban y las sacaban de la tierra. La fruta la recogían de los arboles frutales.

En Otoño, recogían castañas de sus castaños. Las almendras de sus almendros. De los pinos podían sacar los piñones de sus piñas y de ellos hacían cocas de piñones y azúcar.

Así se vivía, día a día. Y tan felices que se sentían cuando se comían una cebolla troceada con un trozo de pan, con algo de aceite y dar gracias por la mano de obra de los que trabajaban del campo.

Cuando llegaba el buen tiempo se solía hacer fiestas con música de acordeón y la gaita gallega.

Mi abuelo era un artista haciendo zuecos de madera, para trabajar o tener los pies calientes en los inviernos.

En aquella época se solía tener mucha leña cortada, para cualquier día que se presentara con heladas durante el año. No solo en invierno. Las noches en el Norte de la casa de mi padre hacia frío, aunque fuera primavera o verano.

Siempre bajaba la niebla por las noches y los amaneceres eran nublados por una capa de nieblilla que no permitía ver los caminos, hasta que empezada a levantarse poco a poco y sobre las 10 de la mañana ya empezaba a salir el sol con un cielo azul claro, limpio y oxigenado.

   YO, EN EL AÑO 1.999.

En la Espiña, que así es como se llama aldea donde mi padre nació y se crió, pase veranos muy bonitos. Me llevo en la memoria los momentos buenos que pase. 

Las mañanas lucidas. De cielo azul y la niebla que bajaba en las atardeceres y amaneceres. 

Estos momentos los vivo ahora en otro lugar y con otras personas. La familia que conocí con mi pareja. 

Que nudos en mi garganta siempre se presentan, cuando 

viajo con mi pareja a su pueblo. Allí también es gente 

humilde y trabajadora.

                                                                  M.Pin.@ 






Comentarios

  1. En efecto. Eran otros tiempos, pero me parece que era una vida dura comparada con las de las ciudades (y si son las de ahora, mucho más) esa es la razón de que tantos pueblitos de españa están abandonados. Lo importante es que atesoras bellos recuerdos ¿qué más se puede pedir?

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    Respuestas
    1. Así es, Ali.
      Es triste y las lágrimas caen cuando pasas por las aldeas si donde se criaron los padres y ves como todo queda abandonado. Donde se han pasado tantas reuniones familiares y ha sin querer afrontar la realidad. Incluso la tozudez de los mismos, es torpeza que no deja vivir cuando son temas de herencia. Todo acaba en el suelo con el tiempo. Por eso se sufre mucho por la vida. Cuando no ves racionamiento y ver las cosas donde nadie le da importancia. Ahí se ve el sentimiento. Las palabras se las lleva el viento.
      Un abrazo

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  2. Me ha gustado mucho ests entrada. Es tal como lo escribes. Lo has bordado, Mónica. Ademas edtá escrito correctamente. Ni una falta! Te felicito. El tema ya sabes que me gusta y las fotos van a la par.
    Pronto estaremos juntas.
    Un fuerte abrazo.

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  3. Bea. Pronto estaremos juntas.
    Te quiero prima.
    Hasta muy pronto

    Te felicito campeona.
    Un abrazo enorme.

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  4. Hola Monica, me agrada mucho,
    como vas relatando esos momentos
    que han cambiado tanto a lo que se
    vivía antes verdad y eso nos pone tristes,
    no sabemos cuando volveremos a lo que
    estábamos acostumbrados, me encanto
    tu entrada muy bien dicha.

    Besitos dulces

    Siby

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  5. Hola Siby.
    Es un placer tus visitas.
    La verdad que todo pasa y quien podemos cambiar un poco las cosas, para que la vida fluya a mejor, somos aquellos que aún estamos.
    A mi me hubiese gustado vivir los tiempos aquellos que mi padre vivió, pues yo soy de ciudad y observó que somos tozudos, caprichosos, y algo tontos también.
    La vida en abundancia no da la felicidad. La verdadera felicidad es tener salud para seguir a delante. Y disfrutar al máximo de la vida, por que cuando seamos muy mayores. Y tengamos una edad de 88 años ya no será nada igual.
    Un abrazo de buenas noches

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  6. Ha sido muy agradable leer tus experiencias sobre la vida en el campo. Es verdad todo lo que dices pero, dificultades en la vida siempre las tenemos todos, estemos en el lugar que estemos: nosotros no somos perfectos, nadie lo es. Tampoco las circunstancias.
    Hace algún tiempo escribí un tema sobre la tragedia que viven las gentes del campo en las grandes ciudades. Lo buscaré y lo voy a publicar. Verás que aunque sea con un planteamiento diferente, estamos de acuerdo.

    Un abrazo y muchas gracias por tus amables palabras en mi blog.

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  7. Hola Franzesca.
    Tienes razón. En el campo de las grandes ciudades también hay problemas. Y ahora en la actualidad mucho más que antes.
    El Covid nos ha trajo muchas dificultades en todos los aspectos.
    Mucha miseria: familias sin trabajo, muchas rotas por perder seres queridos, gente viviendo en la calle... Y un sin fin de problemas económicos.
    Las grandes ciudades están tan explotadas que es imposible que haya trabajo para todos.
    Y si los jovenes no cotizan, pues peor se pondran las cosas.
    Es un placer leerte.
    Feliz miércoles y un abrazo.

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  8. Vivir en pueblos o aldeas tiene el beneficio de mantenerse en contacto con la naturaleza, hacer actividades al aire libre, respirar sano y no dejar que el estrés nos venza. Bonitos recuerdos guardas. Un gran abrazo, Mónica.

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  9. Apreciable Maria José.
    La verdad que sí. Al final dónde más naturaleza hay, es donde mejor se vive, para poder respirar y estar bien al aire libre. Que bien lo sabes.
    Son realidades como un templo.
    Un abrazo de buenas noches. Hola

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  10. La vida del campo tiene sus ventajas y las describes muy bien, tanbién sus desventajas, como todo. Creo que se debe volver al campo y regresar a una vida natural. Se ve que la ciudad tampoco da la felicidad.
    ¡Buena entrada Mónica! Gracias por pasar por mi blog, como ves, yo me quedo en el tuyo. Un abrazo.

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  11. Hola Antonia.
    Que agradable tu visita.
    La verdad que yo ha medida que cumplo años, las ciudades grandes me cansaron. Me tiran más los pueblos pequeños y aldeas con gente para tener con quien hablar en ellas. Igual que esos pueblos donde aún hay habitantes que hacen vida en los pueblos.
    Ya te digo, la edad es la que me dice que
    necesito lugares con naturaleza, montañas, mar, ríos y cascadas.
    Yo también agradezco leerte y me quedaré en el tuyo.
    Un abrazo de buenas noches.

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