FARMACIA DE GUARDIA.

                          LA ABUELA.


La abuela Alba, mientras se queda al cuidado de su nieta pequeña, Lucía. En el fuego de la cocina se estaban haciendo unas ricas magdalenas con tropezones de frutas recogidas de los arboles frutales que tenían en los prados más cercanos de la casa. Mientras se mantenía una tetera encima de la cocina con leche caliente y una cafetera de cereal natural, Alba iba adelantando sus bolillos. Sus tapetes para presentar en su stand el día de la feria del pueblo del Les. Sus nietos Alexandra y Felix se encargaban de montárselo con todos sus trabajos artesanales, hechos a mano de hilo y suaves lanas. La pequeña Lucia vestía la ropa que su abuela le hacía con mucho cariño. Sus batas de hilo, color rosa, jersey y conjuntos de pantalones, sudaderas y calcetines eran de algodón cien por cien. Los calcetines se los bordaba con hilo de colores para los meses de primavera y verano. La lana gruesa se los variaba siempre con colores alegres: amarillo, naranja, rosa, azul, verde para los meses de otoño e invierno. 
Esas tardes que pasaban juntas, la abuela y su nieta estaban sentadas frente de la una a la otra. Dentro de la cálida cocina, 
La abuela observaba con una mirada de orgullo a su nieta. De entusiasmo y se sentía feliz viendo como se entretenía con los juguetes que le hacía ella misma. Esas  muñecas de trapo y los trajes de los osos de peluche. Su abuelo Mateo también le hacía cosas de madera. Sillas, tamboretes, zuecos y caballitos para que la pequeña se pudiera balancearse encima de su caballito de roble.
Alba miraba su nieta y le recordaba cuando ella tuvo su hija Margarita y siempre la  cuidaba hasta que dejó de gatear y empezó a caminar. Con sus primeros dientes que ya le empezaban a salir. 
Años después cuando su hija Margarita tuvo a sus hilos, Alexandra y Felix, la abuela los cuido mucho a los dos juntos, siendo gemelos y de la misma edad. Pues a ellos también les había hecho muchas cosa y la chica aun se ponía un delantal a cuadros que su abuela le hizo cuando tenía 9 años. Alba vivía feliz y era una abuela afortunada por la numerosa familia que tenía: su marido Mateo, la hija Marga, sus tres nietos Alexandra, Felix y Lucía. Y dos sobrinos Eric, Noa y su cuñado Jacinto. Todos los vecinos de los pueblos del Valle la conocían. Era una persona, sociable con la gente adulta y  cariñosa con los hijos de cualquier vecina.
La mujer había nacido y se había criada en pueblo de Arties. De joven había participado en las organizaciones de las fiestas tradicionales de los pueblos, para que no se perdiera lo auténtico y tampoco la gastronomía aranesa. 
Enseño diversas actividades culturales a mucha mujeres: costura, bailes, cocina,  cerámica, jardinería... Había hecho muchas obras de teatro para todas las edades.
Los vecinos, la adoraban recordándola por lo activa y creativa que era hablar con ella.Hizo pasar muy buenos ratos y momentos en su época de juventud. 
Había hecho especialmente clases de corte y confección y cocina de cuchara, para que las mujeres de casa pasarán mejor los meses  fríos y de helados inviernos.
Alba, al tener nietos, sobrinos pequeños y ser más mayor. Participaba sólo en las ferias de las fiestas del pueblo al aire libre y se reencontraba con amigas de su bella juventud. 
Los turistas le compraba sus productos caseros: Pan de corteza crujiente, coca tierna de azúcar y piñones, magdalenas con pepitas de cacao, bizcochos de trigo, panattones de calabaza y zanahoria... En casa siempre tenía cereal natural para poner en la leche, así los niños no los criaban con ningún tipo de cafeína, ni teina.
Para llevar una vida tranquila y saludable.
Ella misma ponía dentro del horno de leña patatas y hortalizas, espárragos, cebollas, tomates, alcachofas... para asar envueltas en papel de albal. Así conservan todo su sabor y a,la hora de comerlo el paladar lo agradece. 
Regaba las plantas y flores del al rededor del balcón de casa y las del interior. Rosales, geranios, tulipanes, magnolias, hortensias, pensamientos... 
Por las mañanas llevaba a Lucía a la guardería y la recogía a las cuatro de la tarde. La pequeña se quedaba a comer en la guardería y así pasaba más tiempo con los niños de su edad haciendo manualidades con las profesoras. La abuela pasaba las mañanas trabajando en casa y otros días le tocaba ir con el cubo lleno de ropa y el jabón de pastilla de Romero para ir a los lavaderos del pueblo a lavar la ropa de toda la familia. 
Las pastillas de jabón las hacia su hija Margarita a base de comprar las semillas de  esenciales para mezclar el aroma de flores aromáticas. Romero, Lavanda, Rosas, Eucalipto... y de frutas como, el albaricoque, cereza, lima-limón...


Continuará...
                                                     M.Pin.@.






Comentarios

  1. Oh, ¡qué épocas aquellas donde las pobres mujeres carecían de una lavadora, y tenían que ir a lavar ropa en plena calle y con un jabón refriega y refriega....bueno, hasta ahora existen ese tipo de jabones en mi país, y son los que mejor lavan la ropa, sobre todo si es de bebé. Amiga, quería llegar al final de esta historia, pero me quedé con las ganas. Espero que continúe. Un abrazo grande.

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  2. Buenos días, Ingrid.
    Me alegro mucho de tus palabras y el encontrarme con tu visita me has alegrado la mañana. La verdad que yo también estoy disfrutando mientras escribo esta historia. Haber si te gusta el próximo capítulo y poco a povo conocer esos maravillosos personajes...
    Reibe un abrazo con cariño.
    Feliz fin de semana, amiga.

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  3. Qué entrañable Mónica, me encanta y además me trae recuerdos. Yo crecí en un lugar donde se hacía mucho artesanal. No había demasiados recursos y recuerdo a la perfección los días en que nos reuniamos para hacer conservas o dulces. Qué buenos momentos. Deseando leer la continuación. Besos preciosa :D

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    1. Buenas tardes, Margarita...
      Deseo que hayas disfrutado de esta história. Un cuento que siempre nos lleva la mente a otros mundos.
      Donde los recuerdos nos hace sentir identificados con los personajes. Son para soñar, imaginar...
      Haber a quien vamos a conocer en la próxima continuación...
      Recibe un abrazo enorme con cariño.
      Feliz fin de semana.

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  4. Un relato muy entrañable y muy bien escrito.Besicos

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  5. Hola Charo.
    ¿ Esto no es un relato ?.
    Un abrazo y buen fin de semana.

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  6. Este relato me recordó mi enfancia, cuando yo arrastraba un carro de madera en el piso de tierra del fogón, así se llamaba a la cocina, y al fondo un mesón de barro donde estaba la lena para el fuego... Guauu...qué de recuerdos

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    1. Buenos días Alí.
      La verdad que esto no és un relato. Es un cuento que continuará.
      Me ha sorprendido mucho lo que me cuentas de tu infancia... Así era el duro trabajo de las aldeas y pueblos. Y que aún hay gente viviendo así.
      Me alegro un montón de tu visita. Me has alegrado la mañana.
      Buen fin de semana.

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  7. Uma matriarca ativa e de grandes recursos.
    Abraço amigo.
    Juvenal Nunes

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    1. Buenos días Juvenal.
      Pues es verdad. No hay mejor matriarca que la señora Alba.
      Saludos. Feliz fin de semana.

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  8. Bonito relato, leyendo todas los alimentos naturales que hacia la abuela, me han entrado ganas de comer esas delicias. Antiguamente todo tan natural, debía de ser una gozada.
    Una estampa preciosa de la vida en una casa rural.
    Un abrazo y buen finde.

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    1. Buenos días, Elda.
      La verdad que esto es la continuación del primer cuento. Pero veo que todos le llamáis relato...
      Di que sí. Es que antes todo lo que se hacía era mucho más natural. Las ilustraciones son una gozada. De un pintor que conocemos mi pareja y yo. Compre una bonita colección del mismo precisamente para crear mis propios cuentos y en tienda a la mujer le gustó mucho mi idea cuando vio que le compraba un buen surtido de postales hechas a mano.
      Así que tengo para hacer una bonita historia. La verdad que a me pasa como a ti. También me apetece comer esas delicias de la abuela.
      Siempre feliz de recibirte y leerte.
      Buen fin de semana.
      Abrazos

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  9. Una super abuela. No hay nada mejor que estar activa. Y en los pueblos hay trabajo para dar y desear.Precioso cuento Monica. Lo haces bien y siempre un placer leerte.
    Buen fin de semana.
    Un abrazo.

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    1. Querida Laura. Muchas gracias por tus palabras de ánimo. Me lo paso como niña mientras escribo. Disfruto mucho con los personajes.
      Pues sí es una abuela, superabuela. Y desde luego que en los pueblos nunca falta trabajo. Eso está claramente asegurado. Espero que te guste su continuación que lo escribí ayer noche.
      Un abrazo de buenas noches y feliz semana con buenos momentos para leer cuentos y sentirnos niños soñadores de nuevo.

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  10. Dulce y muy bonito cuento. La imagen es muy entrañable
    Yo no conocí a mis abuelos. Murieron antes de nacer yo.
    Conocí a mi bisabuela y guardo muy bellos recuerdos.
    Te mando un fuerte abrazo.

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  11. Apreciable Amalia.
    Siento que no hayas conocido tus abuelos. Yo sólo conocí a madre de mi made. Por que murieron antes de yo nacer. Igual que tu.
    Pero mira, en este tipo de cuentos que yo estoy escribiendo de familias en los pueblos o aldeas. Siempre encontramos esa calidez y el cariño que una abuela puede llegar a dar a sus nietos y disfrutar de ellos en vida. Es una forma también de imaginarnos nosotras mismas con nuestras abuelas.
    Su continuación ya lo tienes para leer cuando tu quieras y te apetezca. Se titula " fin de semana".

    Un abrazo de buenas noches y feliz semana acompañada con cuentos para soñar.

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